Él se fue, ella se quedó; y lo que pasó, por acto de magia, se suprimió. Intangible es lo divino. Improbable es lo divino. Inmaterial es lo divino. Superior es lo divino. Poderoso es lo divino. Él es divino. Su divinidad es su condena, y la de ella. Lo divino es un capricho, tal como sus sentimientos.
"Pobre niñita inocente!", muchos han dicho, opinan que su historia merece otro final. Ella, a diferencia, a pesar de lo insatisfecha, no se arrepiente.
¿Por qué adoramos nuestro sufrimiento? ¿Fue acaso solo un hechizo divino lo que la hizo caer? Ella no puede negar su estado de conciencia ni los momentos que disfrutó.
Todos sabíamos desde un principio cómo iba a terminar la historia. Y es que el diós del Olimpo no puede pasar sus días aferrado a una pequeña mortal. Él mismo se llama de vuelta a casa, y la deja perder en la duda de lo que pudo haber pasado si esta historia no fuese una tragedia, sino un cuento de hadas con un final perfecto. Pero quién dijo que una tragedia no puede ser perfecta también? Cada quien le da sus vueltas al asunto y adopta el punto de vista que prefiera. Para ella, por más interminada y defectuosa que la historia esté, el simple hecho de que haya estado es perfecto.
Desde que él no está los dias son mas fuertes. El sol es más brillante. La luna le quita lo oscuro a la noche. Los truenos rompen el cielo con inmesurable fiereza. Es como si la naturaleza quisiera hacernos saber que no hay nada que la impida ser. Déjate asombrar por aquellas maravillas, ¡no cierres tus ojos!
Cada día de nuestras vidas debe llevar una agridulce mezcla de humor y drama, para que lloremos y riamos; ¡que tenga cada momento un sabor inolvidable!
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1 comentario:
eso es raro..
mejor es cerrarlos, se disfruta mas (porque aparentemente los sentidos engañan o eso andan diciendo por alla desde el siglo XVII)
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