Slide the Night

lunes, septiembre 10, 2007

The boat was at dock, yet the party on board was sailing towards the night's horizon. Rain was pouring violently, giving the air a humid tightness of warmth and cold. Our feet tap, tap, tapped, nonstop against the dance floor, creating a song all of their own. You could spin and slide, jump and glide, slip of fly. As the night went further, our souls became damp with the bittersweet taste of liquor. The music was and undeniable invitation and so we were carried away by the warm hands of best friends. Droplets of rain and droplets of sweat became once altogether in the slippery floor. Ir was a challenge to turn and spin and turn again, keeping track of your feet as well as your head. Our bodies grew wearier but the rhythm grew stronger, and so the fun pushed on. Our hearts pounded with the rain's beat and the wind brushed every defect away. The song carried the breeze into every corner of the moment's dimension. Our minds grew dizzy with euphoria. There was no need for imagination then, for it could not have pictures merrier times.

Fénix

jueves, septiembre 06, 2007

El nunca supo su nombre, ella nunca supo el suyo. Separados por sus mismas existencias, vivían un amor cotidiano y místico al mismo tiempo. La niña del cabello desordenado y la sonrisa de ángel pasaba todos los días por su jardín. Cada mañana al verla, el se llenaba de euforia y cantaba las notas mas maravillosas y jamás imaginadas en la mortalidad. Ella conocía la melodía, y transpiraba con emoción cada vez que la oía, pero nunca supo de donde provenía. Nunca quiso dejar aquel triste y abandonado jardín, por el consuelo de ver a la muchacha todos los días intercambio ver un mundo nuevo cada día. Axial renunciando a su vuelo, renunciaba también a su divinidad.
La niña creció y se convirtió en mujer, mientras el ave no perdía ni una pluma y los anos parecían solo pasar por su lado. Con el cabo del tiempo la muchacha cada vez cruzaba menos a menudo el mágico jardín, hasta que nunca volvió. El ave se lleno de tristeza y solo anhelaba el día en que las llamas lo consumieran. Esperaba la combustión espontánea de sus emociones. Los días pasaron y su aflicción ahogo su canción.
Una mañana, creyó ver a la niña a quien amaba. La vio venir y con ansias esperaba que se acercara, sin embargo algo mas parecía estar en su mente, y ella repentinamente dio vuelta y corrió lejos de allí. Una vez mas devastado, pidió muchas veces el fuego.
Días más tarde, el ave despertó al alba oyendo un tarareo que se acercaba. Abrió sus ojos a la luz y sintió que se llenaba el vacío que había tenido por tanto tiempo dentro de si. Aquella sonrisa se hacia canto. La mujer que se avecinaba, con su cabello desarreglado y hermoso irradiaba la energía de la canción que había sido suya hacia tanto tiempo.
En ese momento, el fénix sintió lo que había añorado, pero que ahora temía. Su cuerpo se calentó y en instantes era un incendio que consumía plumas, jardín y niña. El amor ardió.
El viento que cargaba las cenizas traía consigo a su vez una minúscula vocecita de niña. A medida que el estruendo de las llamas se opacaba, el temor en la voz aumentaba. Llantos danzaban al rededor de las cenizas. A medida que las lagrimas de la pequeña comenzaron a llover sobre el suelo, una melodía empezó a irradiar tímidamente. El inicio de un círculo sin fin mostró su rostro de pichón. La canción distrajo a la niña quien se pregunto de donde venia. Al cabo de un tiempo de estar escuchando, tomo conciencia de que era un júbilo por todos aquellos que habían amado a su madre.
El nuevo fénix hallo a la niña entre la densidad del aire y viendo una sonrisa formarse en las esquinas de su boca sintió que un ángel lo había invitado a comenzar de nuevo. A pesar de no recordar nada previo a su cenizo origen, el ave sabia que amor existía y que su canción lo preservaría.