Pinocho el Gusanito Medidor

lunes, febrero 26, 2007

Una noche de domingo, como cualquier otra, surgió un cuento como nunca antes se había vivido. Empezó todo con un saludo un tanto inusual entre él y ella, viejos amigos de sobrada confianza.

-¡Hola saltamontes!
-¡Hola, gusanito medidor! Jajaja... Me gustaría saber ¿A que se debe ese saludo?
-Pues por el saltarín de su casa.
-OK.
-¿Y lo de gusanito?
-Jajaja... No sé, fue como lo primero que se me ocurrió. Pero entonces no creo en el azar, y debe tener algún entendimiento subconsciente.
-Mmm... Bueno, sonó chévere.
-Son lo más de bonitos. De chiquita me encantaba jugar con ellos.
-¿Cuáles son? ¿Esos que son como verdecitos todos raros?


-¡Jaja! ¡Si! ¡Igualito!
-¡Jejejeje!

Después de reirse un rato, él se detuvo a mirar su creación, y con un tono más asustado que asombrado dijo,

-Uy... El dibujo que hice, ¿se está moviendo o es mi impresión?

Ella también se enfocó en mirarlo fijamente, y sorprendida encontró que era cierto. Parte de la curva superior del gusanito que su amigo había pintado se movía ligeramente, casi como si tuviese un tic.

-¡Si! ¡Se mueve! ¡Que miedo!
-Y sólo lo dibujé...
-¡Da miedo en serio!
-Que raro, se sigue moviendo.
-¿Cómo lo hiciste? ¡Está vivo! ¡Lo juro!
-Si, está vivo.
-Y sabes, es como si estuviera luchando, para salirse de lugar. Algo quiere medir, como la distancia entre nosotros dos. Pero está atrapado en el blanco espacio virtual...

Después de unos minutos de reflexión, ella volvió a la conversación para decir:

-Se va a llamar Pinocho, nuestro gusanito.

-Jajaja, ¿Pinocho?
-Pinocho, por que quería ser un niño de verdad, y este quiere ser un gusano de verdad.
-Jejejeje... Yo le estaba buscando una nariz al gusanito y ver si eso era lo que se estaba moviendo, lo que le estaba creciendo.
-Jaja, ¡No! Este gusanito no dice mentiras.
-No, por supuesto que no.

Un breve momento después, él agregó:

-No sé si dejar el computador prendido de ahora en adelante. ¡Cuando cerremos esta ventana, morirá!
-Ya le pusimos nombre. Creo que nos estamos encariñando. ¡No lo podemos matar así no mas!

Ella también se tomó un momento para hacer alguna otra cosa, y de regreso dijo con emoción:

-Que ternurita... Creo que Pinocho se siente solo. Vamos a tener que darle una conciencia... ¡Y la conciencia de Pinocho tiene que ser un saltamontes! ¿Ves como las cosas no pasan sólo por casualidad?

Dándose cuenta de que el cuento merecía más meditación, él dijo:

-Que visaje... Gozamos mucho bobeando en nuestro pequeño y profundo mundo, que abarca apenas un cuadrito, llamado conversación, creo.
-Usar la imaginación es más que bonito. Es increíble como se vencen las fronteras de ese cuadradito insignificante.
-Si. En este momento veo una nueva profundidad en la ventana.

Después de un rato, surgió en la mente de ella una idea nueva.

-¿Sabes que tenemos que darle a Pinochito? Un deseo.
-Si. Creo que ese deseo cobra la vida de Pinocho...
-¡Que lo pida él! Ahí está su estrella.

-Le regalaría yo también una estrella, pero que tal que la haga y se mueva. Jejeje.

Se hacía cada vez más tarde, y ya sin nada más por hacer ella resolvió despedirse por la noche.

-Bueno, creo que me tengo que ir a dormir. Creo que nunca me voy a olvidar de Pinocho, es gusanito medidor que quería ser de verdad, cuya conciencia era un saltamontes, y cuya estrella no titilaba... Debió ser un planeta entonces. Pobre Pinocho, no le va a servir el deseo!

-Jejejeje.

Pero antes de irse, ella reclamó permiso para escribir sobre la ocasión, y él, muy sobrio le contestó:

-Con más que gusto, y derecho. Yo lo haría pero no se... Yo lo escribiría todo raro, y solo lo entenderíamos tú y yo. Mientras que tú, si tú lo escribes, lo entienden todos. Pero nosotros, nosotros lo valoramos, porque lo vivimos.

Pocos minutos después de darle las gracias ella volvió para decir,

-No, ¡No puedo cerrar la conversación! ¡Pobre Pinocho!
-Jajaja. Pues cerrémosla los dos a la vez... Había una vez..
-¡No! ¡Pobrecito! Los cuentos deberían terminar con "hubo esa vez..."
- Será matarlo entre los dos. Que nos acusen a los dos. Y nos vuelvan a encerrar.
-En serio no puedo cerrarla!
-Que nos vuelvan a encerrar en una ventanita, tan pequeña como la de esta conversación, y así volveremos a imaginar.
-Hay una escena en la película en que a Pinocho lo encierran junto a Pepito, cuando los atrapa el titiritero malo... Mira que estoy demasiado conmovida.
-Voy a verme de nuevo Pinocho.
-No quiero cerrar la conversación, pero también temo alargar demasiado el momento.
-Subí la conversación y se sigue moviendo! Pensé hasta grabarlo con el celular de mi hermana, pero creo que no, mejor no.
-¡Si! Yo también he subido varias veces. Mejor no grabarlo, al fin y al cabo son sólo palabras y un garabato de línea verde...
-Creo que lo verdaderamente importante, ya lo grabé en otro lugar.
-Creo que somos nosotros, y el momento los que le damos vida, nada más.
-Bueno, es la hora. Es la hora.

A pesar de haber plantead la despedida, ninguno de los dos lograba despegarse del computador todavía. La conversación cayó en silencio hasta que ella exclamó alarmada:

-¡No! ¡Creo que lo maté! ¡MATÉ A PINOCHO!
Bueno, apenas leí eso, yo lo rematé. Creo que somos igual de culpables.
-Es que lo copié, ¡Y ya no se puede mover!
-Yo cerré la ventana. A penas vi eso de matar.
-Ahora me da miedo subir. ¿Por que qué tal que ya no se mueva? O peor, ¿Que tal que si se mueva, y el otro no?
-Cierre la ventana. ¡Yo lo hice! ¡Vámonos, vámonos! No se si sea lo correcto pero yo me voy.
-OK, vale. ¡Chao! ¡Subiré a despedirme de Pinochito!
-Yo no lo hice...

Y Este último renglón llegó con un tono agregado de tristeza y arrepentimiento. A lo cuál ella agregó:

-¡LO MATAMOS EN SERIO! YA NO SE MUEVE... Parece que se demoró en llegar el Hada Madrina.



La existencia de Pinochito el gusanito medidor es más real de lo que parece.
Nada aquí es inventado, todo sucedió, todo fue plasmado a través de dos teclados.

Gracias a Chula por ayudarme, acompañarme, y por sostener mi mano
aún cuando nuestra imaginación amenazaba con tragarnos enteros.

Aquí

domingo, febrero 25, 2007

Estoy aquí; como pasando las páginas, de cuento en cuento, pero sin nada que contar. Sólo me pareció importante detenerme a contemplar la escena. A decir verdad, llevo varios días esperando, y más bien me estoy desesperando. No sé como duermes tranquilo si sabes que me tienes encasillada, esperando algo que según tú, vendrá cuando menos lo espere. No es justo. Creo que necesito un poco de ayuda. Creo que necesito un poco de ti.

Love is my Illness. He is my Therapy. ♥

Febrero

jueves, febrero 22, 2007

Llevaba ya un tiempo sin escribir nada, y pensé que valdría la pena escribir algo en nombre de todos los momentos de este mes que significaron un poquito mas que cotidianidad para mí. Esta es una de mis épocas favoritas del año.

Me encantan los guayacanes rosados. Son árboles muy especiales que florecen pocas veces al año, y cuando lo hacen, pierden todas sus hojas y las cambian por flores. Se convierten en copetes de algodón de azúcar. Lo más bonito es que todos se ponen de acuerdo para florecer al mismo tiempo, y teñir la cuidad de rosadito, por que a cada esquina que doblas ves uno. Esperan majestuosos a que venga la lluvia y tumbe al suelo sus florecitas y al formar un tapete en el suelo sólo me recuerdan de que a veces no solo es bonito ver algo surgir, es casi más especial verle caer con tanta belleza. Me enamoran.

Me gusta San Valentín. Celebrar el amor y la amistad se puede hacer todos los días, pero se siente el doble de especial cuando hay un día designado. Desde mandar Candy-Grams en el colegio, hasta la decoración de la fiesta y jugar con corazones de colores en mi pared Pop Art, me hace sonreír. La fecha pinta un corazón aún más brillante en el rostro de las personas.

Hice brownies. Quedaron deliciosos. Jugue con mantequilla y todavía quisiera poder relamerme los dedos. ¿No les da envidia? Pocas personas se han podido quejar de mis brownies.
Y sin embargo mantuvo un tono nostálgico, puesto que mi empleada se casa, se va, y probablemente es la ultima vez que me ayudara a incorporar los huevos. Ese sentimiento debio ser el ingrediente especial que hizo que esta vez sobre-crecieran y se regara masa por todo el horno, un tanto caótico y toda la casa olía a quemado.

Es loco el clima. Un minuto tu ropa esta húmeda de sudor, al siguiente está más húmeda de lluvia, o mejor dicho de aguacero. Mientras hace calor basta con tener una limonada y hielos que refresquen, pero el otro día hizo tanto frío en la Mesa que alcance a pensar que me iba a dar gripa. La neblina cubría el lago, e inclusive a una persona parada a cinco metros de distancia. Era un romance frío entre ellos dos, siempre divididos por el viento que la llamaba a ella hacia la lejanía. Densa y misteriosa, tentaba a los mortales a probar un cucharada de aquella mágica poción. No hubo sol ese domingo, por que al parecer el cielo tuvo una mala noche, la luna desapareció y lo dejo tan mal que no quiso salir de la cama al día siguiente.


Desde ya estoy preparándome para evaluaciones acumulativas, que vienen la próxima semana. No estoy demasiado entusiasta de sentarme durante horas en una silla tiesa de madera chueca a escribir exámenes. Pero más que todo, todavía se me derrama la idea de resumir meses de trabajo en dos o tres hojas de respuestas durante dos horas. Sin embargo no me puedo quejar, o por lo menos no hasta que alguien invente otro sistema educativo. Esto también es especial, por que no pasa todas las semanas.


Y que no se me olviden los tres cumpleaños seguidos, por que es como si en esta epoca todo se celebrara al triple.

No sería justo tampoco dejar pasar desapercibida la luna que últimamente resolvió teñirse de anaranjado, asi como las señoras se tiñen el pelo de rojo. Se rehusa a trasnochar y a las 11 ya la vez empijamada, pero mientras cuelga mas arribita del horizonte juega a ser un tajo de mandarina, o la sonrisa del gato de Cheshire. La vez y no puedes hacer mas que intentar igualar esa sonrisa traviesa. No se qué será pero nunca la habéa visto así antes, y cuando lo hago me inunda una energía que probablemente bastaría para alcanzarla. No sólo es especial, es hermosa.

Creo que deben haber muchos otros momentos que ya se colaron entre el tiempo y de los cuales no podré escribir, pero para finalizar quiero decir que alguien cometió un grave error al quitarle esos dos o tres días a Febrero. Ese cierre de veintiocho solo me recuerda que las cosas buenas usualmente no duran lo suficiente.