Barrotes

sábado, abril 11, 2009

Hoy fui a visitarte al trabajo, pero el guardia de turno me dijo que nunca habías llegado.

Nos pusimos a conversar y quiso contarme sobre los prisioneros de las celdas que normalmente tú vigilarías. Los menciono uno por uno: En la primera a la derecha, estaba el imbécil que atragantó a la luna hasta que quedó llena. Seguido de un ladrón de besos y del gato que comía lenguas. Cuatro lágrimas que se derramaron sin permiso compartían celda con un loco infeliz que juraba haber visto el fin del mundo. En frente había un par de mimos montadores; luego estaba una niña que se aferraba a los barrotes y decía que le dolían los cachetes de tanto sonreír. También estaba el inventor de los jacuzzis; seis enanos, y faltaba uno, acusados de secuestradores; un cordón desatado, condenado por tropiezos terroristas. Al final del pasillo un cupido que se acurrucaba en un rincón con sus alas doblegadas, encerrado por que se dedicó a disparar flechas indiscriminadamente. En la última celda, una estrella fugaz a la que cogieron fugitiva y sin permiso para transitar; y directamente en frente, un par de labios confidentes que prefirieron permanecer encerrados antes que confesar los secretos que guardan.

Además me contó que en el arsenal de objetos escondidos tienen guardados pociones, tragos y licores de los que suelen tener efectos secundarios, chispas y pólvora, el pigmento de sonrojar las mejillas, y un montón de miradas, de tantos tipos que todavía no han sido capaces de inventariarlas. Así como unas doscientas guitarras y un registro enorme de serenatas de madrugada; los dientes que coleccionaba el ratón Pérez y algunas lenguas que lograron quitarle al gato antes de que se las pudiera comer. También vi por ahí a algunos de mis defectos favoritos; y el guardia me dijo que existe un expediente de verdades y secretos que jamás deberán ser divulgados, pero que nadie sabe donde lo tienen guardado.

Al final me contó con entusiasmo sobre las nuevas campañas que quiere lanzar la superintendencia: como la de rechazo a las maripositas y vacíos que dan en el estómago, o la propuesta de prohibir las canciones y películas de amor. Pero la que más me impactó fue la de normatizar que ahora todas las flores tengan pétalos pares.

Salí corriendo de ahí, ¡antes de que a mí, me cojan y me encierren!

2 comentarios:

日光 dijo...

Ojalá se les ocurriera ponerle toque de queda a las noches en vela... ahh, y si tienes tiempo, dile que me devuelvan el diente que me robó el ratón Pérez.

Natalia-DV dijo...

no se preocupen por las maripositas, yo ya me las comí todas!!!